¡Qué suerte tienen los haitianos!

Dentro de su desgracia todo les sale bien...

Nadie se atrevería a objetar la visita del presidente a Haití, ni que se reuniera con su homólogo, y mucho menos que decidiera pronta ayuda.

Ante el desastre, el sufrimiento y el abandono, la humanidad se impone y la solidaridad más que una obligación. La señora de Calcuta decía que había que dar hasta que doliera, y no hay dudas de que será santa y en los altares.

No obstante, vale exclamar: ¡Qué suerte tiene el haitiano!

Cuando el haitiano está de por medio no se respeta protocolo y oficiosamente se toman decisiones que después se oficializan, como carga que se arregla en el camino.

La presencia del mandatario fue una de sus tantas visitas sorpresas, o continuación de la que realizara a la Línea, como si el otro lado fuera territorio dominicano y sus residentes súbditos nacionales.

Eres Haití y haitiano y hay que darte de todo, y mucho, y rápido, antes que los organismos internacionales te denuncien como país, gobierno y gente.

La Unicef está pidiendo ayuda al mundo, ahora, y ya la dominicana va en camino, y de seguro que no habrá veda que la discrimine o detenga.

¡Qué suerte tiene el haitiano!