Se debe poner un poco de presión

Lo de Paliza no pasará de un gesto sin presión

El senador José Paliza no es el primer legislador que renuncia a sus exoneraciones, pero hacerlo ahora, cuando el privilegio está en cuestionamiento, es un palo.

Un palo no es una paliza, que es lo que se merecen los congresistas, pero se asemeja, y sus congéneres debieran sentir dolores en todo el cuerpo. Nadie puede esperar que el ejemplo prenda por voluntad propia, que contagie como una enfermedad buena, pero sí que avergüence a sus pares. Que ese saberse en las cuatro esquinas refrene la codicia y senadores y diputados hagan lo que nunca antes habían hecho: desconocer su propia ley.

Considerar la ventaja un pecado y arrepentirse antes de que llegue el juicio de los últimos días. Aunque el anuncio de Paliza no fue en tarima, debiera celebrarse con fanfarria, de manera que la bulla sea parte del cometido. ¿Por qué no se hace una parada frente al edificio del Congreso y se le reclama de viva voz comedimiento en el uso de los fondos públicos? Cuando se protestó el reparto o el financiamiento de habichuelas con dulce en Semana Santa, la Cámara se recogió y hasta el sol de hoy. Conviene que la gente ponga un poco de su parte.