Siete palabras y siete acusaciones
Este año, los políticos y los gays recibieron su pela...
Las Siete Palabras tienen la virtud en este tiempo de que se multiplican, puesto que si es verdad que es el mismo Cristo que muere en la cruz, el hombre de ahora es otro y mayores sus pecados.
El púlpito tronó el Viernes Santos, y nada nuevo, costumbre vieja. Sólo que las palabras tuvieron destinatarios muy específicos, o muy de circunstancias.
Los predicadores levantaron más alto sus voces al momento de denunciar a los políticos, y demandar del electorado católico o cristiano, un voto castigo.
No dijeron nombres ni apellidos ni partidos, y los feligreses tendrán que dárselas de muy avisados y tomar al vuelo el mensaje y aplicar consecuentemente la consigna.
Pero igual hicieron con la homosexualidad, y esa nunca fue preocupación del Santo Calvario, y no queda dudas de que el Embajador da mucha agua de beber a la Iglesia, y que con su causa no hay vino consagrado.
Que siga Francisco comprensivo y generoso en Roma, que por aquí cortando ramas se intenta detener la primavera. Que no atrae tanto el espíritu cuando lo temporal se impone y es fastidio.
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