Un fenómeno inusual pero frecuente

Padres, alumnos, profesores...

Aunque ocurre cada año, cada año debe censurarse, puesto que cansarse sería como resignarse y dejar ganar la displicencia, la incuria, la desazón.

Aun cuando se repite como algo cíclico, todavía no se tiene remedio, y lo peor es que tampoco se busca, como si se tratara de un fatalismo con la anuencia de todos.

Alumnos, padres, maestros, ministerio y población en sentido general: la inasistencia al primer día de clases. Un ánimo propio de inicio, pero que se reitera después de las vacaciones de Navidad y Semana Santa.

Incluso de fines de semana largos.

La situación debiera verse como fenómeno, algo inusual, pero al ser tan frecuente y mala costumbre, mejor una forma de ser dominicano.

Lo cual explica por qué otros aspectos de la educación dominicana no funcionan ni llenan las expectativas, y sin que existan quejas respecto a los fondos asignados.

Si no abundantes o extraordinarios, por lo menos suficientes.

Las autoridades advirtieron, recordaron, pero de nada valió. O el alumno influye en el padre, o el padre en el alumno, y de la actitud del maestro ni pensar.

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