Una democracia admirable
Si por opinar es, somos una maravilla...
El gobierno como gobierno y la campaña como campaña se ocuparon de que el discurso del presidente llegara al más apartado rincón de la República y al más distante lugar del universo.
Como la bendición del Papa en la Plaza San Pedro, la comparecencia de Danilo Medina fue “urbi et orbi”. A Roma y al mundo.
Contrataron todos los canales disponibles, incluso canaletes de pueblo y espacios en Internet, que son más amplios y diversos de lo que se piensa.
¿Cómo pronunciar una pieza reeleccionista, o por el contenido o la circunstancia o el destinatario, y no preocuparse por sacar todo el beneficio posible?
Con la rendición de cuentas no hubo escapatoria posible, aunque sí opciones diversas. Por ejemplo, un canal permitió que se respondieran las palabras o cifras del mandatario, como si se tratara de un interactivo.
Muchos se dieron el gusto de desollar la vaca donde la mataban, y la ocasión fue la más sangrienta de las carnicerías. ¡Qué bueno ser libre e independiente y que no se hunda la isla!
Y después se quejan de una democracia tan admirable como la dominicana, en la que gobernante y gobernados se dan la mano sin tocarse.
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