Waldo se ríe del huracán...

Es buen médico pero mejor activista, dicen...

Waldo se merece un premio, pero no un diploma o una placa de reconocimiento. Un premio verdadero, de esos que se registran en anales y constituyen referentes. El Hipócrates del Año, por ejemplo.

Waldo se sentiría bien, e Hipócrates también, pues nadie interpreta mejor el juramento del afamado médico griego. Además, Hipócrates fue un personaje severo y adusto, y nadie más severo y adusto que Waldo.

Tanto que no se conoce una foto en que aparezca sonriendo.

Tampoco se sabe si figura en alguna galería o se cuenta entre los maestros de la medicina dominicana. Padre de la medicina, como lo fuera Hipócrates, de seguro que no.

Su vocación se orienta más hacia el activismo profesional que a la ciencia. Incluso se piensa que gusta más de la calle que del consultorio.

Nadie niega sus méritos como pediatra, pero ¿a qué hora atiende niños o calma madres si agota su tiempo en ruedas de prensa y movilizaciones? Aunque su última hazaña lo consagra. Lo vieron haciendo coro con Enmanuel y uno de sus grandes éxitos: Caprichosa María. Y pensar que Waldo se llamó una de las mejores discotecas.