Y vino Pompeo... y fue Danilo...
Y la embajadora feliz por aliviar la herida...
Entre suposiciones te veas, pero tratando que se acerquen a lo cierto, pues en este tiempo todo lo que cuelga es falso.
Se supuso que si Pompeo venía domingo, y la venida por la vuelta, era para no tener que juntarse con Medina, quien ya no sería presidente ni estaría en el Palacio Nacional.
Se supuso – igual -- que si el expresidente decidió no ir a la juramentación de Luis era porque no quería verse la cara con el secretario de Estado.
Ni una cosa ni la otra, y todo lo contrario. Pompeo quiso ver a Medina y a Medina le satisfizo ese intercambio, ya que despejó dudas.
La reunión fue – como se diría en inglés – relax, de gente que se conocía desde hacía tiempo. Y que se recuerde, habían hablado dos veces, y por teléfono, y tal vez no en las mejores circunstancias.
Pasaron balance de las relaciones entre ambas naciones, como harían dos fanáticos de equipos diferentes después del juego.
Como se trataba de una administración saliente, no hubo tema sensitivo, y más bien complacencia por un período de entendimiento.
La embajadora, en cuya residencia se celebró el encuentro, no cabía de gozo. Hizo el trabajo, y lo hizo bien.
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