Desacelerando la reelección

El nuevo ritmo desespera a los aliados...

El protocolo de la reelección quita naturalidad a un movimiento que en un primer momento lució espontáneo, con fuerza suficiente y capaz de lograr la meta por sus propios medios.

Fue verdad que tuvo que llegar al Congreso para su realización plena, y que los votos de los senadores y diputados del PLD, actuando de manera conjunta, fueron decisivos.

Pero lo fueron por otras razones y no porque a la reelección le faltara aire y estuviera en trance de asfixia. Como pudo verse, tenía aparatos de oxígeno, en previsión de emergencia, entre perredeístas y reformistas.

Los seguros de vida nunca están de más, y en ocasiones, hacen verdaderos milagros.

Esa dinámica parece haberse perdido, y los aliados o potenciales aliados no salen del asombro, y hasta se revuelven en su desesperación.

Ahora la reelección se somete a un ritmo que no era el suyo, como si el freno fuera más importante que el acelerador, y se dedica a llenar requisitos que antes sobraban.

Se supone que es el orden natural de las cosas, y que la reelección ya no es algo personal, sino un propósito común. Lo que se haga ahora corresponderá al partido.

Al menos eso se piensa.