Partidos caros, democracia pobre
La democracia dominicana paga caro por su clase política
La democracia dominicana paga caro por su clase política. Según el estudio de Participación Ciudadana, el país lidera en América Latina el financiamiento estatal a los partidos políticos, con cifras que alcanzan los 5,041 millones de pesos solo en 2023, una suma récord.
Esta generosidad del Estado no ha producido instituciones más sólidas ni liderazgos más responsables. Por el contrario, ha nutrido un ecosistema de ventajistas, negociantes y buscavidas que han hecho del partido un negocio y no un compromiso con el bien común.
El financiamiento público debía servir para garantizar transparencia, equidad y estabilidad en el sistema electoral. Pero en la práctica ha convertido a los partidos en oficinas de empleo y a los comicios en mercados de favores. Se financia la inercia, no la ideología; se premia la supervivencia burocrática, no la renovación democrática.
Es tiempo de cambiar el modelo. Los partidos deben sostenerse con el aporte de sus militantes, no con el bolsillo del contribuyente.
Solo así podrán reconectar con la ciudadanía, recuperar su legitimidad y dejar de ser refugio de oportunistas. Una democracia sana no se construye con cheques estatales, sino con convicciones, trabajo y responsabilidad política. De lo contrario, seguiremos pagando por la ruina de la democracia.
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