Adelante como nación

España fue sacudida por el crimen de un niño cometido por una dominicana, en una reacción muy parecida a la sufrida por los dominicanos cuando el asesinato del niño Llenas.

La confesión del horrible crimen descarga, en cierta medida, la rabia por un hecho inexplicable. El dolor es comprensible y la solidaridad hacia la víctima y sus familiares no se hizo esperar.

La reacción en nuestro país ha sido similar, con una gran diferencia: nosotros utilizamos el crimen para flagelarnos como nación, cuando se trata de un caso aislado, de una señora con una vida muy difícil y quién sabe con cuántos trastornos de personalidad.

No nos cansaremos de repetir que la inmensa mayoría de los dominicanos, los que emigran y los que se quedan, son personas buenas, hospitalarias y trabajadoras y que una manzana podrida no puede destruir nuestra auto estima. Por el contrario, el ejemplo de estas situaciones debiera convocarnos a afianzarnos en nuestros valores.

Un crimen no representa a un conglomerado. Un gran dolor no debe impedir que continuemos adelante con la frente en alto como nación.