¡Ay! el maldito morbo
¿Cuál es el afán de matar a alguien conocido antes de que el Señor lo llame a su morada? ¿Por qué empeñarse siempre en clavar otra daga en el dolor ajeno? ¿Por qué al dar la “exclusiva” (que casi siempre es falsa), no se piensa en la pareja, en los hijos y demás familiares? ¿Le gustaría a esos morbosos ver la imagen de su madre apuñalada, tinta en sangre, con sus partes pudendas al aire y un reguero de curiosos burlándose del cadáver de una vida que fue útil?
Y peor aún, ¿por qué diseminar noticias que sabemos son falsas solo para crear confusión y hacer daño, a sabiendas de que se está cometiendo un delito?
¿Por qué no mejor elevar una oración por la pronta recuperación de la persona afectada? ¿Por qué no un mensaje de aliento por la labor que haya realizado, por lo bondadosa que fue o, por lo menos, por el buen trato que le dio?
Este pueblo es bueno, pero contiene en su seno unos energúmenos que hay que aislar para que no contaminen el sano ambiente en que debemos desenvolvernos.
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