Democracia pactada

Lo que parecía imposible se está dando por la fuerza de las circunstancias: una democracia pactada, aunque se tiene la impresión de que esas coincidencias obedecen a la paridad de intereses entre los políticos.

Siempre es difícil lograr un pacto cuando existen fuertes intereses encontrados. Es más, cuando unos intereses son más fuertes que otros, incluyendo los del estado, no es conveniente pactar porque lo que se lograría del acuerdo sería una consolidación de las posiciones dominantes en desmedro de los intereses generales.

Algo de esto pudiese estar ocurriendo con lo del pacto eléctrico, por ejemplo. ¿Debe el Estado pactar en minoría o desventaja frente a los intereses privados?

La historia, que es buena maestra, enseña que los mejores pactos son aquellos que se logran con un árbitro fuerte o entre intereses que no pueden imponer su posición dominante.

Cuando hay coincidencia de intereses privados, como es el caso de los políticos, el resultado es malo para el país.