Fin de curso
Termina un año escolar con más sombras que luces y en el que ha quedado muy claro que la educación presencial resulta imprescindible para el aprendizaje y el desarrollo psicosocial de los alumnos.
Ha sido un año complicado, es cierto. Pero República Dominicana ha sido uno de los países que más tiempo ha tenido las escuelas cerradas en contra de la opinión de organizaciones internacionales y privadas que reclamaban la apertura por ser la escuela un entorno seguro.
La deserción escolar, de la que el Minerd no da cifras aunque otras organizaciones privadas ya alertan de la gravedad y número, será una de las secuelas de la pandemia. El retraso en el aprendizaje el otro.
Ahora toca conocer qué van a hacer el Ministerio y la ADP para poner en marcha el sistema en septiembre, para recuperar los dos últimos cursos y qué se va a hacer para terminar de poner las plantas físicas a punto. El 4% del PIB debería haber sido suficiente todos estos años para tener planteles adecuados. Esa no puede seguir siendo la excusa para una educación mediocre.
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