Juana Domínguez

El asesinato de Juana Domínguez vuelve a llenar de dolor y vergüenza a un sistema que no funciona para las mujeres víctimas de sus parejas o exparejas.

Juana había sido ya agredida por su asesino. Había recibido once puñaladas que la dejaron en coma por meses y que habían conducido al agresor a la cárcel. Pero de nuevo el asesino estaba libre. Y acabó con su vida.

El número de mujeres asesinadas será recordado este mes de noviembre. El día 25 recordaremos cuánto falta por hacer, cuestionaremos qué es lo que falla y por qué no funcionan los sistemas de alerta, prevención y justicia para las víctimas. Seguiremos preguntando qué hay que hacer con los agresores y cómo podríamos, desde la educación o desde el castigo, hacer para que estos crímenes terminen por reducirse.

La Justicia dominicana tiene que revisar el sistema de acuerdos entre agresores y víctimas. Los reales y los falsificados. El perdón, que en este caso parece ser, una vez más un acuerdo falsificado, debe ser otorgado bajo la supervisión fidedigna y especializada de los expertos. Hoy se llora a Juana Domínguez, una víctima que no debió serlo.

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