Las audiencias

Todo el que tiene memoria recordará las primeras audiencias públicas del Consejo Nacional de la Magistratura y tendrá que admitir que se ha progresado mucho en las mismas, si se comparan aquellas con las que se están celebrando actualmente para designar los miembros del Tribunal Superior Electoral y llenar vacantes en la Suprema Corte de Justicia.

Las preguntas son más incisivas, aunque todavía se sea demasiado cortés con los deponentes.

Hay que entender que de lo que se trata no es de calificar académicamente a los aspirantes. Todos tienen títulos académicos y experiencia para optar por las posiciones, sino de probar su “carácter”, es decir, su capacidad para ser imparcial y objetivo, para analizar las aristas de un problema complejo, como son los casos que llegan a esas instancias y ese “carácter” se prueba analizando las conexiones políticas, económicas, sociales o familiares que pueda tener el candidato que pongan en riesgo su capacidad para rendir efectivamente las funciones a su cargo.

Las audiencias son un buen ejercicio democrático. Hay que apoyarlas.