Lección tardía

Una lección que estamos aprendiendo, quizás demasiado tarde, es que las cosas que interesan al público en general son muy importantes para dejarlas en manos del Estado o del sector privado.

La tendencia a la estatización de todos los ámbitos de la vida civil la estamos observando en el país. El Estado pretende hacerlo todo y mantener en estado de infancia a la población para que siempre tenga que depender de ese “ogro filantrópico”.

Del mismo modo, todo aspecto de la vida nacional que se pone en manos del sector privado degenera en monopolio o en oligopolio y se crean unos vasos comunicantes de intereses que hacen imposible el logro de los objetivos sociales.

Y eso vale para grandes conglomerados como para sindicatos de cualquier rama, o productores de cualquier sector agropecuario o industrial.

La solución, casi imposible en el estado actual de la situación, es que el Estado vuelva a su papel regulador y deje que los individuos y la “mano invisible” decidan los procesos, pero eso sería pecar de ingenuo porque la mano es política, no invisible y cada individuo quiere “lo suyo”

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