Leyes que no muerden

El “affaire” de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA), ha desnudado una de las mayores falacias del desarrollo institucional dominicano: los avances en materia de control.

Luego del escándalo se ha podido comprobar que los contralores no controlan, que la Cámara de Cuentas no hace bien las cuentas y que Compras y Contrataciones, realmente no parece prestar mucha atención a las compras ni a los contratos.

Cada uno de esos organismos tiene leyes modernas. Por tanto, el problema no es la falta de instrumentos legales o de obsolescencia legislativa, aunque sí parece haber un problema común: como esas leyes son copiadas de sistemas más avanzados, se basan en una conducta de los funcionarios caracterizada por la honradez y la lealtad institucional. En nuestro caso, lamentablemente, estamos todavía en una etapa en que no hemos alcanzado esos ideales.

La ley y la justicia nuestras no son ciegas y dejan pasar muchas indelicadezas, pero tampoco tienen espada para infundir miedo entre los violadores. Son unas leyes y una justicia que no muerden.