Mensaje antivacunas

El rebrote de la COVID-19 ha provocado un retroceso en las medidas que ya se habían aplicado. La apertura de horarios o la planificación de un regreso a clases (voluntario y seguro) auguraba una recuperación económica, sanitaria y social ya a la vista.

No ha sido posible, no en la medida en que aspiraban el gobierno y la sociedad, pero tampoco hay que dejarse derrotar. La vacunación ha avanzado enormemente y con ella los riesgos de gravedad, en caso de contagio, son mucho menores. El país ha apostado, acertadamente, a la vacunación masiva y los planes se van cumpliendo.

Por eso no ayudan los líderes religiosos que todavía mandan mensajes antivacunas absolutamente irracionales. Hay una decisión personal en vacunarse o no, pero hay una responsabilidad social que hay que respetar. Desde el lugar privilegiado de influencia que da dirigir una comunidad religiosa o espiritual no procede emitir mensajes de superstición básica y desinformación peligrosa para la salud de la población.

Líderes religiosos que influyen en grupos vulnerables están especialmente llamados a ayudar a preservar la salud.

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