Penetración y distribución
Uno de los dilemas que se plantea a los gobiernos en los países de menor desarrollo relativo es que tienen poca capacidad de penetración, es decir, de cobrarle impuestos a la población, pero sienten la presión de la creciente demanda por distribución, es decir, por complacer a la población que aspira a mejor estándar de vida, más carreteras, escuelas y hospitales, entre otros.
Para suplir en parte el problema de la penetración, los gobiernos optan por la vía de los impuestos indirectos, ya que no tienen la capacidad de arrancar del bolsillo de los más ricos las contribuciones que necesitan y que podría ser de justicia reclamarles.
Cuando lo indirecto no alcanza, entonces acuden al financiamiento no siempre sano, pues se utiliza para cubrir gastos corrientes en vez de invertirlo en obras reproductivas.
Como en estos pueblos las necesidades son infinitas, los gobiernos prefieren no asumir la responsabilidad de tomar las medidas adecuadas que le garanticen los ingresos, sino que se van por el lado fácil de pedir prestado local e internacionalmente, en el entendido de que “alguien lo pagará”. Ahí está el problema.
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