Tránsito

No es un problema exclusivo de República Dominicana. En todas las metrópolis latinoamericanas la congestión del tránsito empieza a ser inmanejable. El tapón en el que tratamos de trasladarnos está modificando costumbres, hábitos. Y es un problema de productividad que hay que resolver.

Incide en el gasto de combustible, sí. Pero el costo económico también incluye las cosas que dejamos de hacer por no atravesar un atasco de dos horas.

Otros países escalonan los horarios de entrada a las escuelas, fomentan el teletrabajo, imponen limitaciones a la circulación de vehículos, penalizan con impuestos a determinados carros...

Aquí deberemos tomarnos este asunto con más energía. Se está respondiendo con lentitud y poco éxito a un problema transversal que modifica la actividad comercial y productiva, la educativa, el ocio.

Faltan años para que las líneas de metro que necesita una ciudad de esta extensión se construyan. Mientras, el transporte colectivo de autobuses y carros públicos ha sido más parte del problema que de la solución. La impresión es que ya hemos colapsado.

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