El 15 de Azua y otros "bemoles" penitenciarios

Hace muchos años trabajé en la Escuela Nacional de la Judicatura como primera Encargada de los Programas de Formación a Jueces-as y Defensores-as Judiciales. En este Programa se incluyó una visita a una cárcel, como forma de mostrarles en la realidad y lo concreto la situación de las personas privadas de libertad. Coordinábamos y ahí llegaba yo en un autobús con todo el grupo a conocer La Victoria. Como mis niveles de intensidad son amplios me lo tomé muy en serio y el recorrido lo hacíamos por dentro, visitando inclusive la celda (de castigo) llamada "La Plancha", donde si en toda la cárcel el hacinamiento es dantesco en ese espacio sobrepasa los niveles posibles de la descripción, baste con decir que la primera vez que entré e intenté respirar casi me caigo al piso al recibir el olor pestilente en el lugar.

En mis clases de Derechos Humanos en la Maestría en Defensa y Seguridad de las Fuerzas Armadas hablé de esto, mostrándolo como "lo peor" que podría pasar en el Sistema Penitenciario dominicano. Mi distinguido alumno Gral. de Brigada Rosado Vicioso, que en este momento se desempeña como Inspector General de las Cárceles, comenta en el aula que eso es porque no conozco la Cárcel del 15 de Azua. A mí que los retos "me conmueven", acepte su invitación de ir y mirar.

Aquellos 540 cuarenta privados de libertad (aunque creo que ahí deberíamos seguir llamándoles presos pues no solo es de la libertad que están privados) y unos 11 policías, están situados en el centro de una planicie cuasi desértica, con graves problemas de agua, de energía eléctrica, en un hacinamiento espeluznante, no quieran ni imaginarse los efluvios irrespirables que se "respiran" en el lugar. Sinceramente parte el alma y da ganas de llorar.

Si, de acuerdo, la mayoría de los que la habitan no son buenas personas. Si, de acuerdo, en la mayoría de los casos están pagando las consecuencias de sus propias conductas. Ahora bien, el sentido de humanidad debe revolverse ante esta realidad. La visión de responsabilidad social debe sublevarse. Me pregunto: es posible pensar, que almacenando hombres en un cementerio, que llamamos cárcel, sea posible RE-GENERAR el alma, el espíritu y la conducta. No creo que haya posibles respuestas, creo sinceramente que es una sola, y que la misma es un NO categórico, fuerte y contundente.

Me contaba el Comandante del Penal que es muy complicado, que hay pleitos diariamente, que hay enfermos. Que no es fácil controlarlos, que la mayoría de los que la habitan ahí vienen de otras cárceles por intento de fuga o mala conducta, que posiblemente ahí esté reunido lo peor de lo peor que habita nuestras cárceles; y quizás es cierto, no lo desmiento en ninguna de sus partes. Lo que me gustaría llamar la atención, es sobre el hecho de que si llegaron maleados al sistema, el sistema mismo se está encargando de arrebatarle lo poco o mucho de humanidad que les queda. Yo le decía al Comandante "oiga caballero, la verdad verdadera, es que si por algún motivo de la vida, yo caigo a vivir en una situación como la que están ellos o me tiraría en un espacio a esperar la llegada de la muerte física sumida en la más terrible de las depresiones o intentaría todos los días de mi existencia cavar un túnel que me permita salir de ahí." Posiblemente, ni siquiera motivada por el ansia de libertad sino por la necesidad de respirar un aire menos nauseabundo. Los olores de ese reducido espacio, con el sol de frente y un solo árbol de Javilla, sin ninguna actividad que no sea estar ahí amontonados unos encima de los otros, sacaría de mi o la resignación más atroz y el deseo de morir, o la rebeldía más absoluta.

Quiero realizar una arenga contundente y fuerte solicitando la expansión del nuevo modelo penitenciario. En este momento en la Procuraduría General de la República y en la Dirección General de Prisiones hay dos amigos, de los que me atrevo a dar testimonio de su compromiso con una mejor sociedad. Estimados amigos quiero solicitarles que no desmayen en sus propósitos, continúen la implementación del Nuevo Modelo, no les robemos a los que delinquen o a los que por cualquier motivo llegan a las cárceles, su condición de humanos.

En el viaje aprovechamos para entrar a Najayo Hombres, a la que hacía muchos años que no iba. Caminar rodeada de los presos, saludarlos y preguntarles edades a los que se veían tan jóvenes que te impresiona que ya sean hombres, a los que se acercan buscando ayuda económica momentánea explicarles que dejaste todo afuera y conversar un poco sobre su situación. Era día de visitas, mirar a las familias compartiendo en el mismo espacio, hacinado, sucio, sobrepoblado. Me traía un pensamiento recurrente: "¿realmente estos son tan malos y tan terribles? Tres mil y mas presos, custodiados por treinta y algo policías.", ¿Quién cuida a quien cuando entras a ese espacio? Aquella barahúnda de mujeres de visita y presos, confundidos en la queja, la conversación, la petición, la compra venta, el sucio… Y yo sin miedo, consciente del lugar en que estaba, porque el hacinamiento no te permite olvidarlo, pero sin miedo.

Yo, que después de haber sido asaltada a mano armada, y robada en mi propia casa, tengo tanta inquietud interna que dejé de manejar de noche y de ir a bailar al Sartén y a Lucia, para no llegar tarde a casa. Me preguntaba: ¿estará aquí alguno de los que me pusieron una pistola en el cuello para robarme el carro de mis hijos? ¿Estarán por aquí los que tuvieron el tupe de entrar a un cuarto piso de un edificio cerrado? ¿Y por qué, en lugar de producirme miedo o repugnancia, me provoca estas ganas inmensas de pedir y en la medida de lo posible contribuir en que les cambie la situación, les cambie la vida y construir una posible esperanza de regeneración?

Presento el ruego encarecido de que se haga realidad en todo el país la implementación de un nuevo sistema penitenciario, que como se lee en la página web de la Dirección General de Prisiones, está "basado en la filosofía de respeto a la condición humana de las personas privadas de libertad, descansa sobre tres pilares fundamentales; Construcción de nuevas plantas físicas o adecuación de las mismas, talento humano y aplicación del nuevo sistema de gestión penitenciaria".

La sociedad debe comprender que éste cambio a quién beneficia no es a los delincuentes, es a la sociedad, que mientras más se humanice, más podrá construir los anhelos de vivir en paz. Al fin y al cabo siempre decimos que a eso aspiramos, a vivir en paz y con felicidad.