El diálogo es democracia deliberativa

Luchamos, aspiramos por la evolución de nuestra democracia, pero cuando tenemos la oportunidad de participar, la desaprovechamos; queremos ser involucrados en la construcción de consensos de los grandes temas nacionales, más allá de los acuerdos de élites y falta de consenso con la base de la sociedad, pero cuando somos convocados, saboteamos o nos autoexcluimos del proceso.

La democracia deliberativa busca complementar, no suplantar, la noción clásica de la democracia participativa mediante procedimientos colectivos de toma de decisiones que incluyan la participación efectiva y activa de todos los potenciales afectados por acciones y decisiones. No se limita a aspectos políticos, sino sociales, económicos, medioambientales y hasta empresariales.

La gran virtud de la democracia deliberativa es que no se decide por la tradicional regla de las mayorías, sino por la construcción de consenso, como proceso y resultado. Construye herramientas de acción y flujo dinámicos de las aspiraciones sectoriales y colectivas. Para ello el orden parlamentario es obsoleto. Precisamente porque la mayoría, que suele tener control congresual y de los estamentos del municipio o del Estado, muchas veces ignora las aspiraciones, necesidades y visiones de las minorías o de mayorías sin representación.

De esta forma, el proceso de toma de decisión se logra a través del consenso entre todas las partes, definiendo entre ellas las opciones de ganancia mutua más provechosas, en vez de someter el tema a votación. La democracia deliberativa facilita y promueve a que el poder económico asuma una agenda y un compromiso social, medioambiental y humano y a que los grupos sociales comprendan y asuman una agenda económica.

Sobre esto hemos desarrollado metodologías e investigaciones muy interesantes, con historias de éxito, tanto en el MIT-Harvard Public Disputes Program, como en el Proyecto de Diálogo Democrático del PNUD, a los cuales pertenecemos. Estas experiencias son dignas expresiones de una democracia más evolucionada, incluyente y participativa.

Para ello, es imprescindible generar confianza, y ese es el reto. Nuestra República Dominicana tiene un déficit institucional que debe ser compensado. La gente no confía. Los actores económicos, políticos e institucionales han perdido credibilidad. En este sentido y en particular para el caso de Loma Miranda, la Falconbridge no tiene credibilidad debido al estado en que ha dejado las zonas minadas en las lomas La Peguera y Ortega. Durante 40 años, ha estado haciendo una minería poco responsable en las referidas localidades. Eso está a la vista de todos. A estos fines, deben entender que mientras la totalidad de la geografía minada no sea restablecida a un estado similar al natural, no le será posible recibir licencia de explotación y estarán muy vulnerables al repudio de la sociedad.

He venido desarrollando una labor de formación, asesoría y colaboración gratuita a grupos sociales de la República Dominicana para profundizar su capacidad de acción e influencia estratégica. Y repito públicamente, lo que le he dicho en privado, dialoguen. Dialogar no es claudicar a los principios, convicciones y visiones, sino creer en la participación democrática para vivir en democracia. Dialoguen, por muchas razones, de las cuales comparto tres:

Primero, porque al participar se validan como actores responsables de nuestro sistema democrático, más allá de los partidos políticos. Somos así capaces de defender y articular derechos colectivos y difusos: creamos valor.

Segundo, porque si dialogan crean poder y espacio de participación política: es conveniente.

Tercero, porque en la medida que usted conoce los intereses, necesidades y aspiraciones de los otros, más puede influir sobre ellos. Y en la medida, que usted da a conocer los suyos, más posibilidades hay de poderlos satisfacer: crea posibilidades.