El Espía

El acto de ayer del aspirante presidencial, Luis Abinader en el Pabellón de Voleibol, estuvo concurrido, pero con poca emoción, a decir de entendidos. Abinader entró al escenario sin las acostumbrada parafernalia que se estila en estas ocasiones, y su silla y la de su esposa eran dos más dentro del grupo de invitados, por lo que no sobresalían. El discurso estaba en teleprompter, pero al llegar a la cuarta página, de las 9 que tenía, el contenido era distinto al entregado a la prensa. El hombre apuró el paso, talvez por el calor que había, o por la premura porque se cumplía la hora por la que habían sido contratadas las televisoras y las radios.