El padre Gil

Algunas personas no han quedado satisfechas con la condena del sacerdote Wojciech Gil, el padre Gil, a siete años de prisión, gracias a un acuerdo con la Fiscalía de Polonia. Esos piensan que el abuso de niños merece mayor pena.

El padre Gil abusó de niños en su nativa Polonia y en la República Dominicana, donde ejerció como sacerdote, y en el acuerdo no tiene que declararse culpable, pero el solo hecho de que un juez le haya impuesto siete años de cárcel, junto a la sanción moral de la comunidad, es más que suficiente para que la sociedad se sienta satisfecha.

Polonia es un país tan católico como el nuestro, y la circunstancia de que un sacerdote católico sea juzgado por la justicia civil es una afrenta para la Iglesia y para el inculpado. Que su huida no haya impedido que fuera procesado es otra victoria de la Justicia, que no puede ser menospreciada.

En cuanto a la pena, muchos querían venganza, pero ése no es el fin de la ley. La finalidad es dar el ejemplo, y en este caso el ejemplo es claro: nadie escapa a la Justicia. Y que espere ahora la de Dios.