El poder de la rectificación

Lo peor que puede pasar después de equivocarse es no rectificar. El pueblo lo dice con su gracia llena de conocimiento, el que mete la pata y la saca a tiempo no se equivoca. El Gobierno, ahora sabe, metió la pata muy hondo con la imposición fiscal y no supo sacarla a tiempo. La arrogancia de cinco imposiciones tributarias anteriores provocó el mal juicio. No contaron con aquello de que tanto apretar una tuerca puede correr la rosca. La paciencia se agotó. La exasperación lanzó miles a la protesta y aún las autoridades no usan el poder de la rectificación. hfigueroa@diariolibre.com