El político ducho

Asistimos a tiempos de rápidas velocidades. Hoy, la meta de un político es la conquista de un espacio en los medios de comunicación, y le va bien, pero mañana podría fracasar si no entiende el momento de la retirada. Jugar escaramuzas sin vía de escape, sin retaguardia, puede ser su Waterloo, y más si en la huida no tiene dónde guarecerse. En la contienda política, como en la guerra, no existe un honroso segundo lugar. Lo dijo Napoleón: "De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso".