En directo - Al padre del cuento dominicano en su centenario
Cuando se celebra el centenario de un padre fundador, la especie entera se siente estremecida por tan feliz acontecimiento. El orbe literario ha tenido ocasión de maravillarse ante el advenimiento de centenarios como el de Cervantes, Shakespeare, Guy de Maupassant, Edgar Poe o Víctor Hugo.
Es que "honrar honra" decía José Martí. Y esa expresión refleja el sentimiento de gratitud que ennoblece a quien se da al homenaje de seres de estirpe fundacional en las letras como los autores mencionados.
Igualmente, los dominicanos debemos sentirnos orgullos y honrados al rendir tributo a Juan Bosch (2009-2001) en el centenario de su natalicio, quien brilla en nuestro parnaso no sólo como un ilustre escritor y político, sino por su ejemplo de honestidad, patriotismo y creatividad.
Nuestro excelso escritor no cuenta sólo para los dominicanos. Su valor se extiende a las letras hispánicas, al lado de narradores como Quiroga, Onetti, Rulfo, Borges y Cortázar. Sobre todo si se entiende que España no ha sido tierra de grandes cuentistas.
La trascendencia de Bosch como cuentista es múltiple. Fue el pionero del cuento literario en el país. El cuento que antes había y se escribía, como en Cosas añejas de César Nicolás Penson, eran narraciones costumbristas recogidas de la tradición oral y llevadas al papel.
Bosch es, por tanto, plenamente nuestro primer cuentista creador. El fundador; el padre del cuento dominicano como arte literario. Bosch deja en su legado el lenguaje del cuento en el país.
Los escritores dominicanos que luego buscaron iniciarse en el género bebieron en su práctica y en su teoría. Pero el valor de su obra cuentística radica esencialmente en que Bosch no fue un imitador. No le dio por copiar o plagiar a un Maupassant o a un Quiroga: cimentó su creación en la cultura dominicana y con estilo propio.
Sus cuentos proyectan una visión crítica de la sociedad de su época El autor lo dijo en varias ocasiones: los escribió indignado por el desprecio y la humillación que los latifundistas y la gente de la ciudad tenían hacia los campesinos. Y el hecho de convertir esas toscas criaturas en los grandes personajes de nuestras letras es una revancha contra ese maltrato. Mientras la mayoría de los grandes intelectuales miraban hacia Trujillo, Bosch se propuso sublimar el mundo del pueblo humilde.
Sin embargo, en sus cuentos esos personajes no son simples campesinos maltratados. Son imágenes de seres que manifiestan vicios y virtudes como cualquier humano. Bosch es un observador original de la cotidianidad dominicana y caribeña. Es el genuino creador de los caracteres de personajes, a través de los cuales se reconoce la dominicanidad.
Su obra modela la dominicanidad, tal como era en su tiempo. Era una sociedad violenta e injusta, conducta compartida por todos los personajes, tanto los campesinos como sus verdugos. Es lo que Bosch plasma en "La mujer", "Los amos" y "La nochebuena de Encarnación Mendoza" y en la mayoría de sus cuentos.
Pero los cuentos no se limitan a la recreación de escenas aldeanas. Bosch promueve los ideales universales de los seres humanos a partir de escenas cotidianas de una sociedad rural. Bosch es nuestro gran escritor moralista; su visión ética salva esa sociedad. Sus cuentos son la metáfora de una dominicanidad en colocada entre la civilización y la barbarie.
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