En directo - POPPY BERMúDEZ... SENCILLO Y EJEMPLAR

Cada vez que mencionan a José Armando Bermúdez, pongo mucha atención. Siempre pienso que se refieren a ese ser humano tan especial, que caló hondo en el corazón de mi familia: Poppy.

Hace muchos años que no lo veo personalmente, pero dejó huellas positivas y hermosas entre nosotros. A través de los medios de comunicación, he podido apreciar que sus valores, actitudes y acciones no han cambiado.

Sigue igual, sencillo y generoso. Lo conocí siendo muy jovencita. Visitaba con frecuencia nuestro hogar en Moca. Mi padre, como buen campesino, captó rápidamente que era sincero, espontáneo, y que apreciaba la gente buena sin importarle la posición social. Entró en el núcleo de sus afectos. Se hicieron grandes amigos. Conquistó a mamá alabándole su comida, e yendo directamente a la cocina a saborearla. "Mamá Sila cocina muy bueno", solía decir. Mis hermanos y yo, le mirábamos como el hermano mayor que había tenido la oportunidad de conocer más del mundo.

Cuando lo conocimos, recién habíamos llegado del campo a vivir en la ciudad de Moca, en una enorme vivienda mandada a construir por mi padre con el fin de que cómodamente continuáramos estudiando.

Nuestro aire campesino se sentía por doquier. Poppy nos hablaba de lo que sucedía en las grandes ciudades. Nos enseñó a bailar los ritmos de moda, nos paseaba en su carro descapotable, fue padrino de nuestra graduación de bachiller. Nunca olvido cómo, sentado en el piso de la terraza, nos repasaba Historia y Geografía al enterarse que íbamos a tomar examen de admisión para ingresar a la UCMM. Solía decirnos, "la mejor universidad es viajar". Disfrutaba nuestros éxitos, como cuando salimos a hacer estudios de maestrías en los EUA y Europa.

Siempre hablaba de su hermano Carlucho, con mucho cariño. Nos enseñó a quererlo y respetarlo, al igual que a Erasmo, Manuel José, Tomas Morel, etc. También estuvo presente en los momentos tristes de la familia, como cuando fallecieron mis padres.

Llevaba a nuestro hogar a algunos de sus amigos y artistas que sus empresas traían al país. Nos organizaba pasadías en sus fincas y asistía a las que se hacían en la nuestras. Se sentía feliz en medio de gentes sencillas. Disfrutaba la sinceridad en los humildes detalles. Como cuando los miembros del Club los Amigos de la Duarte, de Moca, le entregaron un reconocimiento. Estaba radiante. Poppy siempre ha buscado el alma de las personas.

Me dolería que en el otoño de su vida, no lo entiendan y lo hagan sufrir. Ha sido ejemplar para la sociedad. Respetado y querido por sus valores humanos, no por sus bienes materiales.

Papá decía que si alguien lo rechazaba, esa persona debía revisarse. Lo quería mucho. No conocimos sus empresas. Sólo al maravilloso ser humano que ha sido con nosotros y de una u otra forma, con todos. Invariable con los amigos, transparente en sus acciones. Muchas lecciones surgen de su vida y aportes al desarrollo económico, social y cultural de la sociedad.

Nadie podrá borrar de la mente del pueblo, los frutos positivos que ha sembrado. Los bienes materiales siempre podrán ser de fácil blanco, pasajeros, destructibles. No vale la pena tenerlos, si nos separan de seres queridos con quienes debemos disfrutarlos. Los bienes espirituales, los que llevamos dentro, son los más valiosos, intocables, indestructibles.

En el caso de Poppy son su gran tesoro. Los que le dan paz a su conciencia y le han permitido penetrar en el corazón del pueblo. Son como su protección divina, que le ayudarán siempre a permanecer firme y tranquilo ante las grandes confusiones, inesperadas incomprensiones y tormentas de la vida.