En directo - Sublevación Árabe y Expiación de Occidente

Los acontecimientos recientes que sacuden los regímenes políticos en los países árabes tienen una dimensión que, como vemos, trasciende el marco geográfico de éstos, cualesquiera que sean los análisis que se hagan: económico, social o político.

Los sucesos inicialmente acontecidos en Túnez y casi inmediato impacto en Egipto estimula la tesis del efecto dominó en sus vecinos árabes. Los argumentos para aventurarse a formular ese presagio no están despojados de validez. En efecto, los regímenes políticos imperantes en los citados países -monárquicos o no- tienen de común su carácter autocrático y autoritario. De allí que las reivindicaciones, aunque inspiradas entre otras sin duda en la precariedad laboral, estén sustentadas ante todo en la búsqueda de libertad y democracia y su corolario: el respeto de los derechos esenciales de las personas.

Tradicionalmente, las reivindicaciones políticas, económicas o sociales han tenido en esos países una sola respuesta: la represión.

En esta ocasión histórica se ha encendido una chispa de rebeldía que ha producido una llama con una velocidad que está siendo difícil de apagar, y aunque incierto es predecir el curso de su evolución, desarrollo o alcance, se puede apostar a la irreversibilidad de la marcha en pro de transformaciones democráticas en esos países.

Independientemente de que las respuestas de las autoridades gubernamentales a las sublevaciones sean distintas en cada caso, los regímenes no podrán seguir actuando de espalda a esas demandas nacidas de una espontaneidad impresionante y de una aparente actitud desideologizada.

El curso de esos acontecimientos constituye una oportuna ocasión para que los actores sobre cuyos hombros descansa una gran dosis de responsabilidad en el sostén del estado de cosas en los países árabes hoy afectados por sublevaciones, las asuman -las demandas de las masas populares- con responsabilidad y prudencia: valores de los que durante años y en la actual coyuntura esas potencias no pueden ufanarse en haberlos observado.

La responsabilidad implica entre otras demostrar el compromiso con los valores humanitarios y de democratización que en el plano formal pregonan, y hacer de lado los intereses comerciales particulares cuando esos valores están en juego.

Actuar con prudencia exige a su vez no aventurarse a tomar medidas o emprender acciones no inspiradas en las normas y principios del derecho internacional vigente o no sustentadas en datos reales en el terreno que si bien son muchas veces estimulo valioso para que los sublevados no se sientan desamparados en su lucha, otras veces pueden generar malentendidos y perturbar la necesaria unidad de acción y consenso.

Quizá un caso tangible para ejemplificar ese comentario sea Libia donde hemos podido observar una diplomacia de occidente inusualmente acelerada y arriesgada, específicamente en materia de reconocimiento, lo que ha marcado una división en los mismos miembros de la Unión Europea.

El caso libio nos revela también el nivel de complejidad hoy día cuando han de tomarse medidas de fuerza que involucran afectar la integridad territorial y soberanía de un Estado; los requerimientos para ello son de mayor exigencias, acentuados con la nueva estrategia de seguridad norteamericana cuya línea de acción supera el paradigma hegemónico y unilateral de administraciones previas.

Al parecer la decisión última de la Liga Árabe facilitará el cumplimiento de esos requerimientos y se emprenda acciones más contundentes contra las autoridades libias cuyo proceder empeora la situación humanitaria y se hace cada vez más inaceptable. Cabe observar que no sólo Libia está reprimiendo salvajemente a los contestatarios: basta echar una ojeada pe. a Bahrein.

Entretanto, el panorama que observamos en la región árabe salpicado de tantos hechos sangrientos trágicos, de futuro incierto de masas humanas desplazadas a veces sin rumbo, lejos de conducir a un túnel sin salida, debe ser asumido con la perspectiva de optimismo que deja la lección aprendida. Este comentario concierne a los mismos Estados Árabes que aún no han hecho crisis y cuyas autoridades están tomando medidas, aunque no colman plenamente las demandas, por lo menos no han recurrido a la tozuda y ciega obstinación y la violencia de otros. Concierne también a los políticos de Occidente los que, como señala un reconocido analista "están moralmente forzadas a hacer expiación por sus contrastadas connivencia con los regímenes autoritarios y corruptos". Los aportes anunciados a favor de los países árabes por la U.E. en pro de la Democracia y la Prosperidad en esos países, se inscriben en el referido propósito.

No importa que las citadas acciones tanto de los mismos Estados Árabes como de Occidente no hayan llegado en tiempo real y tengan un alcance limitado para reconocerle sus valores.

*Embajador dominicano ante el Reino de los Países Bajos