Apreciación cambiaria y bajos salarios

“La sensibilidad de la demanda de mano de obra frente a las tasas de cambio surge primariamente a través del impacto en los beneficios de los productores. En respuesta a los movimientos de las tasas de cambio al alterar los costos relativos de la producción doméstica y la extranjera, los productores óptimamente establecen precios y cantidades producidas, asociadas con los ingresos y los beneficios ajustados... El cambio en la demanda de mano de obra podría ser el ajuste inducido por el comportamiento de la tasa de cambio... así como por un ajuste en los costos de los insumos importados.” Golberg y Tracy, Banco de la Reserva Federal de NY y NBER, 2003.

Como es bien sabido son diversos los factores que intervienen en la determinación de los salarios en un determinado mercado laboral. Y uno de ellos es precisamente la productividad laboral. Alta productividad está asociada con altos salarios, de la misma manera que una baja productividad está asociada con salarios más bajos. Pero la productividad es resultado también de múltiples factores, entre los que se encuentran preponderantemente la calificación educativa de la oferta laboral y la adopción de nuevas tecnologías en los procesos de producción. Lo que no ha sido tan obvio es la vinculación entre los movimientos de la tasa de cambio y los niveles salariales; tal como ha sido estudiado por los economistas Linda Goldberg y Joseph Tracy, en su ensayo Exchange Rates and Wages (Tasas de Cambio y Salarios).

Los citados economistas argumentan que al promediar los efectos de las depreciaciones y apreciaciones de la moneda los efectos sobre los salarios son modestos. En este sentido, plantean que si bien la elasticidad de los salarios con respecto a la tasa de cambio –en términos generales- es muy pequeña, el efecto sobre determinado grupo de trabajadores puede ser particularmente muy grande. Incluso, enfatizan, los ajustes en los salarios frente a movimientos en la tasa de cambio pueden ser asimétricos. Esto significa que los mayores ajustes salariales se producen en períodos de apreciación cambiaria, y que normalmente no son compensados en los periodos de depreciación de la moneda. Probablemente, el aporte más importante de este ensayo es que logra diferenciar el impacto que un proceso de apreciación cambiaria pudiera tener sobre los salarios, dependiendo del nivel de educación de la mano obra.

De acuerdo con Goldberg y Tracy, durante los periodos de apreciación de la moneda se producen las mayores presiones competitivas al interior de la economía, pues los productores tienen que enfrentar una posición menos ventajosa en los mercados internacionales, que afecta, desde luego, a los niveles salariales. Pero el efecto no es el mismo para todos los asalariados. De hecho, es posible que la mano de obra más educada resulte beneficiada, mientras los menos educados sufren una baja en sus salarios; y reiteran que son pérdidas prácticamente irrecuperables aun cuando aparezcan periodos de depreciación. Ese ‘swing’ cambiario genera un ‘premium’ o premio para la mano de obra educada, en detrimento de la mano obra no calificada. Dicho de una forma más directa, la apreciación cambiaria pudiera crear mayores desigualdades en los salarios entre los segmentos de alta educación y los menos educados.

El planteamiento de que la apreciación cambiaria puede significar mayor desigualdad salarial es compatible con la idea de que el mecanismo de ajuste laboral –que hemos planteado en otras ocasiones- puede convertirse en un mecanismo de sustitución a la persistencia de una política cambiaria de escasa flexibilidad.

Si bien es cierto que el estudio está referenciado a la economía norteamericana, bien puede ayudarnos en el caso dominicano a considerar –al menos- la hipótesis de que la apreciación estructural del peso dominicano ha tenido un impacto significativo en la que ha sido considerada como una economía de muy bajos salarios, en contraposición con los supuestos niveles de productividad laboral alcanzados en los últimos 25 años, bajo una medición que atribuye a la mano de obra todo el incremento en el producto, y olvida la contribución de otros factores de producción, como son la tecnología y el capital. Pero aun dentro de la contribución a la productividad de la misma mano de obra habría que diferenciar qué proporción se debe a los trabajadores no calificados y qué proporción se debe a los trabajadores altamente calificados, diferencias que son importantes al momento de evaluar los salarios que reciben los trabajadores en cada uno de esos segmentos. Esto sin mencionar que en la primera mitad de los años 90’s se implementó una reforma laboral que sobredimensionó los costos laborales no directos –a lo que se le atribuye parcialmente la subsecuente paz laboral de los siguientes 20 años- e hizo menos transparente los costos efectivos de contratación de mano de obra. Por eso, la comparación entre la productividad laboral –una vez que sea bien medida- y los salarios debe incluir los costos laborales indirectos. Pero al buscar responsables, habría que ponderar hasta qué punto una deliberada política de apreciación cambiaria se ha constituido en un factor de contención salarial y, por tanto, de desigualdad social.

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