Estados Unidos: humanismo vs. puritanismo

Norteamérica es la sociedad democrática mas religiosa y a la vez guerrerista del mundo. Ese puritanismo se transformó en fundamentalismo a principios de siglo XX frente al llamado “modernismo”, aferrándose a la Biblia como única referencia ética, política y cultural.

Estados Unidos de Norteamérica es un gran país creador de futuro, pero incapaz de solucionar importantes problemas del pasado, quizás porque está muy concentrado en el mañana. Como nos decía el Hno. Alfredo Morales del Colegio De La Salle “cuando corres tan rápido no miras atrás y no te das cuenta lo que perdiste en el camino.”

Desde su origen, Norteamérica ha vivido la confrontación de dos cosmovisiones: una puritana religiosa y otra humanista filosófica. La humanista filosófica fue el principal soporte de su independencia, de su constitución y los fundamentos renacentistas de su visión y misión con el nuevo mundo. Esa cosmovisión está fundamentada en cuatro pilares: Una Ética, una Estética, una Ciencia y una Filosofía. Ellos debían formar el Estado, sus tres poderes, la dinámica de “checks and balance” y la cultura del pueblo, representando así la creación de un Estado laico pero creyente en la Divinidad.

Esta cosmovisión humanista y su influencia representan un gran apoyo a todos los movimientos libertarios e independentistas del siglo XVIII y XIX. Desde George Washington hasta Juan Pablo Duarte constituyeron una estirpe verdaderamente extraordinaria capaz de crear nuevas realidades en libertad e igualdad de oportunidades.

Por otro lado, el puritanismo, movimiento religioso de inspiración calvinista, que defiende con rigidez moral extrema y la más absoluta adecuación de las costumbres a la moral evangélica, surgió de la Iglesia anglicana de Inglaterra en el siglo XVI. Se caracteriza por la rigidez y la dureza excesivas en el modo de pensar y actuar especialmente en el terreno moral. La administración de la culpa, el victimismo y la exclusión caracterizaron su desarrollo y con ello la auto flagelación.

Mientras Europa seguía en sus luchas fratricidas por cientos de años, en el siglo XX fueron el epicentro de dos guerras mundiales, Norteamérica nacía y prosperaba. Pero el dolor de las guerras provocó madurez y con ello la “razón de ser” del europeo fue más allá del dinero, mientras para Norteamérica su razón de ser se convertía en el “dólar”: Si les quitas el dólar, los dejas desnudos.

El puritanismo en los EE.UU. fue tomando más control de los estamentos de poder político, y con ello fueron careciendo de influencias filosóficas importantes, las cuales fueron llenadas con tele evangelistas. Mucha religión y poca espiritualidad. Mucho fanatismo, poca reflexión. Obsesionados en “el mañana” más que una nación de ciudadanos se convirtió en un país de consumidores.

Han ido “evolucionando” a golpe de utilitarismo económico. La esclavitud cambió de patrono. Hoy todos obedecen al dólar.

Todo extremismo genera su polo opuesto. La rigidez moral genera la laxitud y el libertinaje. Los extremos se tocan. Con ello EE.UU. va generando en su seno creencias perturbadoras y hasta contra natura. Los cuatro pilares antes citados, de su grupo originario fueron relegados al olvido.

Hoy, Estados Unidos de América, no es capaz de resolver viejos problemas del pasado por estar corriendo hacia el futuro.

No necesitan cuidarse de los yihadistas, porque el peligro lo tienen dentro y atacan sus propias escuelas y colegios con armas de guerras.

No necesitan cuidarse del ataque extranjero, porque son sus propios financieros quienes quiebran el sistema bancario no por la creación de riquezas, sino por especulación y codicia.

No necesitan cuidarse de los líderes políticos extranjeros, porque son sus propios líderes los que dinamitan la confianza en la prensa, en las instituciones democráticas y en los principios fundacionales de la nación.

Donald Trump es un presidente obsceno, irrespetuoso, insensible. Es la sombra de una moral rígida, políticamente correcta y esclava de la forma y carente de fondo. Pero tiene al lado la Biblia. Es la antítesis de George W. Bush, un fundamentalista de pura raza capaz de consagrar en la política internacional expresiones como el “eje del mal” o “justicia infinita”.

Norteamérica es la sociedad democrática mas religiosa y a la vez guerrerista del mundo. Ese puritanismo se transformó en fundamentalismo a principios de siglo XX frente al llamado “modernismo”, aferrándose a la Biblia como única referencia ética, política y cultural. Mientras olvidaron los cuatro pilares fundacionales: Una Ética, una Estética, una Ciencia y una Filosofía.

Nelson Espinal Báez Associate MIT - Harvard Public Disputes Program at Harvard Law School. Presidente Cambridge International Consulting.