Es imposible cuantificar la chorrera de dinero que el gobierno de la Nación está despilfarrando en la promoción política partidista desde hace ya mucho tiempo, pues las vías de este mayúsculo dispendio incontrolado son infinitas, comenzando con los wraps que exaltan promocionalmente las obras que ellos están llamados a ejecutar, que para eso el pueblo les puso ahí. Le pagan a todos los diarios impresos para avasallar con sus dos tapas cualquier noticia que pueda dar cuenta de que hay descontento generalizado en la población por el saqueo y la forma de manejar la cosa pública antojadizamente y al margen de cualquier forma de institucionalidad.

Intente usted comenzar a sumar los espacios de televisión que el gobierno paga a las publicitarias que colocan su promoción y calcule cuánto cuesta un minuto de espacio televisivo. En un solo día son cifras astronómicas pero si tenemos en cuenta que ese capítulo es continuo, diario, semanal, mensual, infinito y en todos los medios, se dará cuenta el lector que estamos hablando de miles de millones tirados al aire en burdas promociones del partido en el poder con el dinero del pueblo.

Evidentemente todo ello va dirigido a dar soporte a la campaña re- reeleccionista que ya despegó sin ningún rubor y sin escatimar la dilapidación de los fondos públicos.

En algún momento la clase política deberá de acabar de entender que si bien están haciendo un daño económico terrible a la Nación el daño más grave que se está cuajando es el descrédito total del sistema democrático que se fundamenta en los partidos políticos como ejecutores administrativos indirectos de las aspiraciones del pueblo que les sustenta.

¿Es que la penosa experiencia de la reciente historia de Venezuela no se ve, no se oye, no se palpa? ¿Se puede ser tan ciegos e incapaces como para no comprender ese oneroso resultado provocado y sostenido por un sistema político podrido? ¿No vieron venir a aquel rodillo arrogante y prepotente de Hugo Chávez o a este Nicolás Maduro, como triste caricatura del fracaso de todo un sistema político que solo se sustenta por la fuerza de la imposición y de las armas militares al servicio de unos desfachatados que nunca tuvieron nada que perder?

¿Será eso lo que nos depara el destino de los dominicanos? Y si así fuese nos lo habríamos ganado por la pasividad con que nos estamos dejando pasar ese otro rodillo que han armado los del PLD, con la cómplice colaboración de una “oposición” oportunistas-busca cheques.

Despertemos de esta terrible pesadilla. Estamos a tiempo, los que no estamos haciendo proselitismos político del que hablamos antes venimos a ser hoy el 59 % de la población; somos los que podemos decidir nuestro destino. A tiempo, tomemos conciencia de ello, sobre todo a los jóvenes para que no tengamos que lamentarnos luego.