Esperado desde 1800

Meses atrás, el presidente Daniel Ortega y el magnate chino Wang Jing declararon que el canal a través de Nicaragua sería comenzado a construir a finales del presente año. La semana pasada cumplieron su promesa, aunque lo que se comenzó no fue el canal sino una carretera de acceso a la zona en la costa del Pacífico donde un puerto será construido.

Con 278 kilómetros de longitud y un costo estimado en US$50 mil millones, tomará cinco años construir el canal, cuya operación ha sido concedida por 50 años a la empresa Hong Kong Nicaragua Development (HKND), renovable por otros 50.

Podrá acomodar barcos más grandes y ofrecer tarifas más bajas que el Canal de Panamá. El gobierno espera que llegue a ser utilizado por el 5% del transporte marítimo mundial de carga.

La idea del canal no es nueva, pues a principios del siglo XIX fueron presentados proyectos al gobierno inglés y al Congreso de los Estados Unidos. Más adelante, la idea fue revivida una y otra vez, pero sin éxito en ninguno de los casos, manteniéndose como una aspiración insatisfecha de los nicaragüenses.

La iniciativa tiene opositores, dentro y fuera de Nicaragua. En contra están, lógicamente, intereses vinculados con el canal de Panamá, pero encuentra resistencia también por razones geopolíticas, ya que aunque Ortega invitó a los Estados Unidos a participar, sería un contragolpe de China a la propuesta estadounidense de la asociación económica del Pacífico. A nivel interno se predicen consecuencias ambientales catastróficas y hay protestas de campesinos cuyas tierras serían expropiadas. Y falta también identificar a los inversionistas y demostrar la viabilidad económica del proyecto.

Para la República Dominicana, en desventaja para acceder a los mercados de Asia y de la costa oeste de los Estados Unidos, la apertura de un canal por Nicaragua sería beneficiosa. Promovería la competencia entre dos vías alternativas y tendería a reducir los costos de transporte.

gvolmar@diariolibre.com