Extraña cabalgata

La prisa es mala consejera. El jinete ejecutivo, con brida floja y uno que otro piquete de espuelas, fuerza el paso a la montura congresual. La alocada carrera del obediente equino legislativo, ante cualquier asunto importante, deja el tema de la separación de poderes como una quimera de manual. Aquí un poder monta sobre otro. El Legislativo acepta con asnal humildad su condición de dócil transporte animal de las pretensiones del Ejecutivo. La ración anual de alimento monetario, servido en barriles y cofres, basta para inclinar su voluntad. El país, impotente, mira pasar la extraña cabalgata. ¿A dónde se dirigen? hfigueroa@diariolibre.com