Fe entre dos

La medida de todas las cosas, aquí, es la utilidad; para lograrla, se acepta participar en el juego del engaño: los fuertes manipulan a los débiles para acumular poder y los débiles se dejan manipular de los fuertes para obtener beneficios Los fuertes, acostumbrados a ganar, se tornan abusadores. Los débiles, acostumbrados a mendigar, pierden la voluntad. El espíritu de comunidad desaparece. La única manera de sustraernos a ese fatal destino es recuperando el sentido de la confianza. Si rescatamos la confianza, que es fe entre dos, podremos tener la esperanza que permitirá sacar de este difícil presente mejor futuro. hfigueroa@diariolibre.com