Jóvenes

La entrega de Argentarium de la edición de ayer removió en muchos lectores una inquietud sobre la que es preciso detenerse a reflexionar: ¿qué futuro espera a las generaciones que están subiendo?

Preocupados por los problemas que crea tener una tasa alta de jóvenes que ni trabajan ni estudian, los gobiernos pocas veces se detienen a pensar qué pasa con los jóvenes que sí estudian, que se han preparado con maestrías aquí y en el extranjero y que sin embargo no encuentran trabajo.

Lejos queda la época en la que unos estudios superiores eran la garantía de una estabilidad y que abría la puerta a tener un plan de vida personal y familiar.

Hoy las escasas posibilidades de empleo bien remunerado corta el desarrollo de una generación a la que hemos formado más y mejor que las anteriores pero que no encuentra salida a un desempleo alto. Reciben el mensaje del emprendimiento como si éste fuera una salida obligatoriamente exitosa. Formados y desempleados, con eso no contaban.

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