La eterna juventud

No es que alguien haya encontrado la fuente que buscaba Ponce de León. Es que estamos alargando las etapas de la vida de una manera casi distorsionante.

Hoy hablamos de "jóvenes" de 30 y 35 años, cuando hace apenas quince años hubieran sido catalogados como "hombres" de 30. Los emigrantes que salían a hacer las Américas llegaban con 13 y 14 años. Solos, buscando un futuro del que desconocían hasta las coordenadas geográficas. Hoy, a los 13 años, un niño no va solo al colegio.

La época de estudios se alarga hasta los 30. A esa edad, no hace tanto tiempo, las mujeres y los hombres tenían sus responsabilidades y familias. Y si no, ellos o ellas, se habían ido del hogar paterno. ¿Quién iba a vivir con los padres a esa edad? ¿Y la independencia? En determinados estratos sociales "divertirse" es una profesión/obligación que ocupa desde los 14 o 15 años, hasta los 35.

La vida ya se organiza con otros patrones, obviamente. ¿Lo imponen las nuevas generaciones o son los padres los que alientan esta infantilización? ¿Por qué hay tantos adultos enganchados a los vídeo juegos? Primero se definió el síndrome de Peter Pan, ese niño que no quería crecer, y otros especialistas hablan ya de "una elusión de responsabilidades combinada con una negación de la realidad y un cierto gusto por la protección paterno-estatal sin límites". Llegó papá, dice Hipólito. Llegó mamá, responde Margarita. "Un año cuidando la gente", nos recuerda Danilo. ¿Menores de edad por siempre?

IAizpun@diariolibre.com