La promesa

La señora respondía a la pregunta de la periodista y su expresión lucía seria y perpleja en la televisión. El reportaje transcurría en el Santo Cerro, entre los peregrinos que habían acudido a venerar a la Virgen de las Mercedes:

"Yo no sabía -decía ella- que mi esposo había hecho la promesa de que yo subiera descalza".

¡Tal cual! ¡El hombre había prometido que su esposa, y no él, subiría descalza! Y se lo "explicó" poco antes de que la señora arrancara.

Nos queda mucho por aprender del machismo, evidentemente. Y aunque cada vez más mujeres no lo permiten, ni en su relación de pareja ni en su desempeño profesional, nos envuelve una realidad en la que otros (muchos) viven situaciones tan surrealistas como la descrita.

Quizá la señora, devota en sus creencias y sumisa en su relación, cumplió la promesa. O quizá se permitió una licencia, subió como tenía previsto hacerlo y se quitó los zapatos al entrar al santuario. O quizá antes de salir de casa mandó a su esposo educadamente a paseo... O quizá cambió su particular promesa por otra (no publicable aquí) que le incumbía a él...

Este no es un caso de violencia de género a golpes. Pero hay tal desbalance de poder en la relación de pareja que él llega a manipular sus oraciones, a controlar su vida espiritual. Es la dominación total, absoluta, sin necesidad (visible) de levantar la mano.

Pero queda por saber la otra vertiente del asunto. ¿Qué favor pedía (para él) a la Virgen a cambio del sacrificio (de ella)?

IAizpun@diariolibre.com