La teatrocracia

La política, la historia lo confirma, necesita de capacidad histriónica. La habilidad para ejecutar un papel en el escenario público es característica imprescindible de grandes estadistas. El pueblo, para ser conducido, necesita ser cautivado. El político debe también ser actor, pero nunca debe ser sólo un actor político. La sociedad mediática convirtió la política en espectáculo. Lo que era accesorio, ahora es lo fundamental. Vivimos en una teatrocracia. La política como tragedia, drama o comedia. El pueblo aplaude cada acto; y cuando cae el telón, todo queda oscuro. Recuperemos la política bien actuada y abandonemos la buena actuación como política. hfigueroa@diariolibre.com