Las leyes del mercado y los libros

Pero esto se ha pasado de la raya. ¿Y el Gobierno?

Un dirigente de la izquierda española dijo -más o menos- que esperar del capitalismo más democracia era pensar que un tigre podía convertirse en vegetariano.

Paráfrasis incluida, hay que decir lo mismo del capitalismo en relación a los libros de texto.

Los libreros están de acuerdo con el 4% y con la reforma educativa, y hasta que se haga una revolución en el sector.

Ahora, nunca, pero nunca, que se afecten sus ganancias, aunque para ello haya que romperle el bolsillo a los padres.

Si invierten sus capitales en hacer y distribuir libros, es porque tienen por seguro el retorno y saben que será cuantioso, pues de otro modo los dedicarán a otros rubros o los pusieran a engordar, como puercos de Navidad, en los bancos.

Las leyes del Congreso son de aplicación general, pero el comercio tiene sus propias normas, y no hay manera de someterlo a rigores extraños.

Tiene de su lado a Adam Smith y su mano invisible, que no es tan invisible, pues los comerciantes, cuando quieren, la ven como la patente de los corsos.

Pero en el pacto social el Gobierno está para proteger a la gente.