¿Cómo cambiar las cosas que nos da la vida?

Cada cambio a la hora de hacer nuestras cosas en la vida nos preocupa y hasta nos produce ansiedad y dolor. Estamos acostumbrados a vivir de una manera rutinaria y en un momento que no esperábamos la vida nos exige que hagamos otras cosas, que vivamos de otro modo y dejemos a un lado lo que tanto queríamos. Esto es muy preocupante. Y es más preocupante todavía no conocer o no saber lo que vamos a vivir. Hay miedo. Enfrentar el cambio no es fácil. Puede implicar el abandono de nuestra forma de ser. Ser flexible es difícil en estos casos, en especial, cuando nos empujan a una dirección a la que no queremos ir, o incluso que estamos dando un paso atrás.

Nuestras actitudes quedan maltrechas durante el tiempo de cambio. Nos sentimos inseguros e incómodos. Quizás un día lo afrontamos bien, pero siguen nuestros miedos y nuestros rencores. A lo largo de nuestra vida, nuestros cometidos y responsabilidades cambian sin cesar. Tenemos que afrontar los desafíos. Lo importante será tomar de la mano un largo plazo.

Siempre el cambio, por bien o por mal, está a la vuelta de la esquina. Aunque queramos cambiar, sabremos que se necesita tiempo, que hay que derribar algunos viejos muros y fabricar otros nuevos, hay que animarse aunque se tenga dolor y lágrimas, en un cambio que durará hora tras hora, día tras días, mes tras mes, y quizás con la llegada de los años aparezca un esfuerzo fructífero y positivo. Encerrarse en la casa, no querer hablar con nadie, no ayudará en nada. Es cierto que habrá parientes o amigos que te dirán que todo está bien, que es bueno, que tienes que disfrutarlo, que no sufras, que no llores, que no te quejes, y no es así. Aunque te lo digan no es fácil adoptarlo. No hables con ese tipo de gente.

Si quieres o intentas adaptarte al cambio, vive la tristeza, pregúntate a ti mismo, por qué, cuándo y cómo y entenderás que pasaran los días, los meses y los años, aún cuando ese cambio actúe a tu favor. Y si es en tu contra: llora, quéjate y hasta quédate en silencio.

Cuenta un psiquiatra que para volver poco a poco a la alegría es preciso ver, poco a poco y con medida, el nuevo estado de las cosas; que como los aspectos de cambio se van adaptando a la nueva vida, es pqreciso luchar hacia los aspectos que nos luzcan agradables. Habrá algunos.

Todos tenemos cambios a nuestro favor y en contra. Si es un cambio bueno, eres feliz. Si no lo es, hay que luchar, luchar, luchar. En la vida dolorosa nada cambia de un día para otro. Esto lo digo yo.