García Márquez: "Los periodistas son escritores, y tienen que aprender a escribir como escritores"

El Gabo con el grupo de periodistas latinoamericanos participantes en el taller. Vivian Jiménez, al centro, abajo.

Gabriel García Márquez nos ofrece una guía para escribir de particular utilidad para los estudiantes de periodismo y periodistas en ejercicio y para todo el que desee escribir.

SANTO DOMINGO.Fiel a sus inicios como reportero, el recién fallecido premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, se dedicó a ser maestro en la materia, en lo que ocupó gran parte de su última etapa productiva, a través de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que presidió y fundó en 1994.

Era una antigua preocupación suya estimular las vocaciones, la ética y la buena narración en el periodismo. A tono con estas inquietudes impartió talleres a periodistas de toda Latinoamérica, a través de la FNPI.

Fue en uno de esos talleres, efectuado en el Distrito Federal, México, en enero de 1997, cuando quien firma estas líneas, que pudo oír de su voz consejos, confesiones, trucos y técnicas respecto a la redacción de reportajes, como una de 12 participantes de Latinoamérica y única dominicana.

La primera de las reseñas de lo que significó esa experiencia, fue publicada, en su momento, por el vespertino Ultima Hora, a cuyo equipo pertenecía. Hoy, cuando el maestro ha pasado al plano de los inmortales, es oportuno compartir de nuevo lo aprendido, y agregar algunos detalles nunca publicados.

En el día inicial del taller, que tuvo como texto de estudio su libro Noticia de un Secuestro, lo primero que aclaró "el Gabo", fue lo siguiente: "Me considero ante todo periodista, porque parto de la base de que escribir novelas y reportajes es igual, es contar cosas que le pasan a la gente. Nunca he logrado conocer la diferencia exacta entre el reportaje y la narración". Sin embargo, su fama como escritor le causó un inconveniente al periodista, que resumió con una expresión: "Tengo la desgracia de que cuando cuento la realidad, creen que es mentira".

También arrojó luz para los más nuevos, que entonces no sabían aun si darían la talla como reporteros: "Los que saben contar una película que hayan visto, pueden ser narradores o reporteros". A seguidas, pronunció otras palabras que sacaron los suspiros del "sí puedo" en algunos participantes: "El que nace con aptitudes para contar, desde pequeño cuenta".

Del punto y otros signos…

Las enseñanzas de García Márquez en sí, pero también la manera de expresarlas, con la misma picardía que le imprimió a sus novelas, son imposibles de olvidar, como aquel consejo, contundente, de que "el periodismo se aprende haciéndolo, a base de cocotazos", y su singular metáfora sobre el punto y aparte: "Es como el cambio de nalga en el cine".

Para abundar sobre este signo de puntuación y en un tono más serio, sostuvo: "El punto y aparte es importantísimo, no sólo porque indica que hay un pequeño paso en el discurso, sino porque da la posibilidad al lector de reacomodarse y seguir adelante. Cuando los puntos y aparte no se respetan, y el lector no ve párrafos separados, les parecen aburridos".

A las comas, dijo, les daba un uso "puramente respiratorio", y ese era motivo de agrias críticas de los expertos en gramática.

El escritor convertido en leyenda tenía una relación amor-odio con la ortografía y la gramática, detalle que no podía ser pasado por alto en el taller. Fue enfático al proclamar: "Yo no sé ninguna regla de gramática. En un examen, saco 0… bueno, 2".

Grabadora y computadora

El Gabo tenía sus objeciones respecto al uso de la grabadora y la computadora, dos aparatos que hoy son indispensables para los periodistas. "Es importante que tomen nota, y que apaguen la grabadora, y que así permanezcan hasta que aprendan a usarla", exclamó cuando observó a algunos participantes en el taller encender las suyas. De hecho, no estaba permitido.

Este hombre, que se perdió entre las brumas de la amnesia durante la última etapa de su vida a consecuencia de un mal genético, se proclamó en aquel taller contra el mal uso de la grabadora, y aclaró que la suya era la memoria y que ésta sólo falla "para lo que no tiene mucha importancia".

Se declaró "fanático de la computadora", por la facilidad que le ofrecía de escribir y editar al mismo tiempo. "¿Se imaginan cómo escribía antes una novela, yo, que soy perfeccionista? Es el sufrimiento más grande que puede haber", dijo.

García Márquez reveló que hizo el tránsito de la maquinilla a la computadora en el proceso de creación de El Amor en los Tiempos del Cólera y que, gracias a ella, pasó de una a diez páginas escritas por día. Antes del revolucionario invento, escribía un libro cada siete años y después, uno cada tres.

Luego de esas confesiones sobre su relación con la computadora, regaló un consejo, muy a su estilo: "En el momento en que cierren o apaguen (la computadora) al trabajar un texto largo, no lo lean hasta el día siguiente, y mucho menos antes de dormir, porque a uno se le ocurren cosas que lo impulsan a pararse para agregarlas, y después resulta que son una mierda, de lo que uno se da cuenta al otro día".

Su fanatismo por la computadora no era equivalente a confianza absoluta, por eso, advirtió a sus discípulos: "Lo que uno escribe en computadora no existe hasta que no está impreso. Todo lo imprimo, porque las letras que uno ve en la pantalla no existen. Uno agarra la computadora, la desarma y las letras no están en ningún sitio".

Y agregó ante su pequeño público desternillado: "Por eso, cuando termino una novela, hago dos disquetes de respaldo, y me llevo uno para el otro lado de la casa, por si acaso se quema este lado. Luego, la imprimo".

El reportaje

El genio de la literatura universal, en este caso con los zapatos del periodista, dijo sentirse "alarmado, porque el reportaje tiende a desaparecer". Y como para asegurarse de que los jóvenes periodistas que lo escuchaban defendieran el género, reveló una serie de técnicas que les permitieran escribirlos con facilidad, sin menoscabo de la calidad. He aquí las principales, en sus palabras:

- El primer párrafo de un reportaje es importante para que la gente siga leyendo, y el último también, para que se acuerden de uno.

- Un buen truco es escribir el principio y el final. Después se rellena.

- El primer párrafo en una novela, cuento etc., es el más importante. Por eso, hay que saber muy bien cuál es la longitud y el estilo que habrá de tener, para poder entrar de lleno a los lectores. Es la forma de agarrarlos por el cuello y no soltarlos.

- Comiencen por lo que más les gustó o les impresionó. Si en el camino encuentran algo mejor, entonces cámbienlo.

- Si uno se aburre con lo que está escribiendo, así mismo le va a pasar al lector.

- Si uno mismo no entiende lo que está escribiendo, menos lo entenderá el lector.

- Si hay un dato falso en un reportaje, los lectores creerán que todo el reportaje es falso. Si en una novela hay un dato verdadero, creen que todo es verdadero.

- Cuando hay un dato dudoso y no aporta mucho, es mejor no incluirlo.

- Los periodistas son escritores, y tienen que aprender a escribir como escritores.

- Hay una tendencia (errónea) a creer que para que un texto sea bueno tiene que ser largo.

- No hay que demorarse mucho preparando una entrada, porque entonces se descuida el resto del texto. Lo mejor es contar los hechos como se le contarían a un amigo.

- Cada tema exige su estilo.

- No se debe menospreciar ningún dato. Todos son importantes.

- En los reportajes por entregas hay que dejar el final de cada una en suspenso para que el lector se interese en buscar la siguiente.

- Si vas a escribir un reportaje, cuenta tu cuento sin pensar quién lo contó antes ni cómo lo contó. Hay que creerse que uno es el mejor reportero.