Te recuerdo siempre, papá

Te fuiste y cada día te recuerdo con el mismo cariño de siempre. Estuviste poco a mi lado pues al morir mi madre, tu adorada esposa, cuando yo apenas había nacido, y por tu gran dolor de perderla, te fuiste a trabajar a Pedernales, que en ese tiempo costaba horas muy largas para volver a verme. Pero cuando venías me traías regalos e íbamos a comprar dulces y muchas otras tantas cosas que a mí siempre me gustaban y continúan gustando. Me contaste que mi madre dijo al morir: “La niña, a la casa de sus abuelos paternos”. Y allí, al amparo de Mamá Rosa y Abuelo Fello continué siendo “La Niña”, llena de mimos y atenciones, a la que nunca le faltó nada.

Desde que aprendí a leer y a escribir, te envié cartas llenas de amor, de caricias y añoranzas. Mi abuela materna lloraba tu ausencia, te extrañaba y por eso no celebraba las cenas de Navidad, ni las de Año Nuevo, y rezaba por ti cada noche y al amanecer. Sé que tenías que tomar varias guaguas para venir a vernos. Una de Pedernal a Barahona, de Azua a Peravia, de San Cristóbal a Santo Domingo y así de paso hasta llegar a Moca a medianoche. Supongo que salías muy de mañana para llegar a encontrarte con nosotros. Entendí entonces que tu trabajo te impedía venir con frecuencia, aunque lo desearas.

Cuando volviste a quedarte definitivamente con nosotros, estabas muy enfermo. Yo tenía 15 años y te arropé con mi amor, con mis caricias, con mis besos, y traté de que a pesar de los pesares fueras feliz. ¡Ay papá, si hubiéramos podido hablar de esas cosas que yo extrañaba tanto! Por eso voy con frecuencia al cementerio y hablo contigo, con mi madre, mis abuelos, y con todos los que están arropados bajo la misma tierra. Ahí le pido a Dios que estés en paz. Y te cuento de lo bueno o lo malo que me ha pasado. Sé que al escucharme te reirás algunas veces y en otras llorarás conmigo.

Te he contado que tengo un solo hijo privilegiado y un solo nieto hermoso e inteligente. También yo fui hija única, lo cual me parece que es para que el amor sea más fuerte, y sé que reirás al sentir lo nuestro. Si estuvieras de nuevo aquí a mi lado te volvería a cuidar. Espero que en el lugar que hoy te encuentras estés junto a mamá, la persona que cambió tu vida con su muerte.

Seguimos siendo padre e hija y sé que nos queremos mucho día a día. Y hoy, Día de los Padres Dominicanos, te envío besos y abrazos.