Volver a empezar

La ciudad de Santo Domingo ha cambiado mucho en las últimas décadas. (Foto: Archivo/Diario Libre/José Justo Féliz)

Vivir de nuevo en Santo Domingo es volver a empezar lo que se había quedado. Añoro muchas cosas que ya no están y otras que busco y encuentro a mis espaldas. Vivir aquí ha cambiado mucho pero quedan recuerdos de siempre, aunque solo vivan en la memoria. Yo amo este país, en especial a Moca donde nací, me crié y solo dejé ese lugar para poder trabajar ya recién graduada de abogada. Moca, como todo el país, ha cambiado.

Si una va a los campos que todavía tienen un poco del pasado, una vuelve a empezar su niñez, su juventud y ahora a refrescar todos los años vividos en esta muy mayor edad. Me encanta ver las matas de yuca, de aguacate, de ciruelas, de plátanos, los perejiles, las cañas y todo lo que significa naturaleza. Así se vuelve a empezar.

Hay muchas cosas que representan nuestra dominicanidad, por ejemplo, el sancocho, el café, los huevos fritos y los revueltos, el chocolate, el pan de agua, las galletas de manteca, el dulce de lechosa y otras tantas cosas que hacen mover la boca como si estuvieras bailando.

Desde que regresé de Denver, Colorado, se me ha ido la nostalgia de saborear, y mi nieto me dice que quiere venir o que yo vuelva para allá para comer comida dominicana que tanto le gusta. Le hago mangú con queso frito, sancocho, arroz con bacalao, moro de guandules, arroz con frijoles, y come que se come con deleite. Ja, ja, ja.

Así que la añoranza es un volver a comenzar.