Ley de Partidos ¡ya! (II)

Exageran su emoción los que venden la Ley de Partidos como la panacea, pues el problema son los partidos, no la falta de una ley. Sus efectos positivos no irán más allá de regular primarias, transparentar padrones, fiscalizar fondos y velar por la rendición de cuentas. Fuera de ahí, en ninguna parte del mundo la ley ha sido útil si no existe institucionalización y democracia interna. Peor aún: movidos por la presión a que los someten, nuestros partidos se están haciendo un traje a la medida.

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