Los sin hogar

Cada vez con más frecuencia vemos personas sin hogar durmiendo debajo de los elevados y donde quiera que se puedan proteger de la lluvia, y de los necios que los molestan. Es un problema social, y pocos parecen prestarle atención.

La persona sin hogar vive precariamente, lo que significa que no sabe qué comerá o dónde dormirá cada día. Algunos tienen retraso mental, otros son adictos a las drogas y no tienen familiares que se responsabilicen por ellos.

Prácticamente, no existen sociedades de socorro que se encarguen de ellos. En otros países, las iglesias tienen dormitorios de paso y cocinas para indigentes. Aquí brillan por su ausencia, a pesar de que es una manera extraordinaria de ejercer la misión social a que son llamadas.

Ya los manicomios no quieren algunos tipos de enfermos, y muchos deambulan sin saber a dónde ir. Por suerte, en el Trópico no existen temperaturas extremas.

Se hace necesario que las personas de buena voluntad apoyen a las iglesias para establecer asilos temporales para tantos sin hogar.