Lengua suelta

La libertad de expresión no se trata de libertinajes ni de lenguas sueltas, se trata de decir lo que se piensa con respeto y siempre acogerse a la verdad.

La era de las redes sociales y la libertad en internet ha dado la falsa impresión a mucha gente de que se puede andar con la lengua suelta por ahí, sin tener consecuencias por lo que dice, en una actitud que confunde la libertad de expresión con la propensión a difamar o insultar, dos actitudes desgraciadas para una sociedad civilizada.

La lista de incidentes es innumerable y se ha proyectado más allá de las plataformas digitales, para tomar recintos de debate que un tiempo brillaron por su altura y que ahora han asumido la actitud rastrera que vemos en Facebook o Twitter. Un ejemplo de ese desagradable “social media style” se ve a diario en el Congreso de la República, donde no pocos legisladores lanzan ataques a mansalva, escudados por el uso de la inmunidad parlamentaria, para manchar reputaciones y sin la decencia de presentar evidencia para sustentar sus calumnias. 

Recientemente uno de los señores legisladores la emprendió contra un ministro y alegó que tenía cuentas para lavar dinero en el extranjero, eso sin presentar una sola hoja de evidencia. El ministro negó la imputación y el legislador sigue sin ofrecer la evidencia, lo cual es una desgracia para la democracia dominicana, pues en la política, contrario al dicho, no todo se vale.

Otro ejemplo de esa lengua suelta es el de una de esas llamadas “influencers”, que se puso a atacar a una menor de edad en Instagram y por sus acciones se buscó de forma merecida un mes de cárcel por los daños psicológicos que le causó.  Lo mismo pasa en la radio o televisión nacional, donde he visto y escuchado a comentaristas, influencers y políticos lanzar acusaciones tan serias y sin evidencia que deberían ser procesados por injuria. 

La libertad de expresión no se trata de libertinajes ni de lenguas sueltas. Se trata de decir lo que se piensa con respeto y siempre acogerse a la verdad cuando de citar hechos se trata. Opinar no es lo mismo que difamar. Yo puedo creer que fulano es un ladrón, por percepción, pero acusarlo de algo que se robó sin evidencias es difamarlo. Ahí hay una línea fina y no pocos la están violentando.

Periodista puertorriqueño y Subdirector de Diario Libre. Ganó el Premio Nacional de Literatura Puertorriqueña, Categoría Periodismo, en 2018, por sus columnas en el periódico El Nuevo Día, del cual fue Director Asociado.