Ante la nueva Cancillería

En su momento reclamé el cumplimiento de una de las promesas de la campaña del 2012 del presidente Medina: institucionalizar, profesionalizar y racionalizar el Servicio Exterior. Habían pasado dos años y el Ministerio de Relaciones Exteriores seguía inoperante como botín y guarida en la que medraba un sector del Partido Reformista. Pero hoy día hay que quitarse el sombrero ante una política exterior dinámica y participativa, evidencia de un cambio de imagen y de una Cancillería con las embajadas y consulados alineados con los intereses de la nación en lo económico, político, turístico y cultural. Para darnos cuenta de que esto es así, y de que se puede hablar con propiedad de que existe un nuevo Servicio Exterior, nada más hay que fijarse en el silencio que guardan las voces agoreras y caprichosas que sólo saben maldecir y proferir imprecaciones a toda persona que lo está haciendo bien.