El pueblo, ¿sí puede?

Se desencanta un amigo por mi discurso pesimista de ayer ante un pueblo que parece incapaz de trillar otros rumbos y explorar nuevos liderazgos. Estima él que eso no es así; que el pueblo tiene un fino olfato y sabe asimilar el fracaso, y que aunque los políticos lo engañan una y otra vez, en su momento les pasa factura (imagino que en las elecciones, con un voto castigo) y les cobra. No creo en eso de que los pueblos tienen al gobernante que merecen (un Trujillo, por ejemplo), y convengo con el amigo en un punto esencial: No necesariamente es que el pueblo sea bruto; al contrario, es lo suficientemente inteligente para darse los gobiernos que entiende en determinadas circunstancias satisfacen sus necesidades y expectativas.