En contra del fanático

Por tratarse de un tema siempre vigente, cedo el espacio al pensamiento perenne de monseñor Arnaiz: “Los fanáticos, en un primer momento, nos resultan interesantes y contagiosos. Después molestos e inaguantables. Su encanto inicial se debe al hecho de que a todos nos agrada toparnos en la vida con gente monolítica y firme, enardecida y entusiasmada, que siente vibrantemente lo que cree y habla con fervor lo que siente. Ante el fanático, sin embargo, se esfuma pronto esa primera impresión buena y nos hiere en él su intransigencia, radicalidad, dogmatismo e inflexibilidad. Ante nada ni nadie quiere ceder y a todos quiere someter a sus ideas, planes y acciones”. (Tomado de La madurez de los pueblos exige tiempo).